Guía clínica enfermedad de Parkinson, tratamiento no farmacológico de rehabilitación

    Año de publicación: 2016

    La Enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad crónica y progresiva. El tratamiento farmacológico ha logrado disminuir sus síntomas de manera efectiva, pero no completamente ni en forma permanente. Frente a esto se hace necesario un manejo complementario y coadyuvante realizado por un equipo interdisciplinario centrado en la persona, con los objetivos de disminuir los síntomas motores y no motores, disminuir el riesgo de complicaciones graves como fracturas por caídas o neumonías aspirativas, ayudar a la persona, sus cuidadores y familiares a vivir con esta enfermedad para tener una mejor calidad de vida para todos ellos. Hoy en día existe más evidencia disponible para incorporar en el manejo de las personas con EP a distintas disciplinas, entre ellas la enfermería, kinesiología, terapia ocupacional, psicología, fonoaudiología y trabajo social (2–5) . El realizar un manejo interdisciplinario de esta enfermedad está considerado dentro de los estándares de buena práctica clínica por la American Academy of Neurology (AAN). Por ejemplo, la Quality Measurement and Reporting Subcommittee of the American Academy of Neurology, recientemente propuso un set de medidas de calidad para el cuidado de las personas con EP, incluyendo el manejo no farmacológico rehabilitador (3). A pesar de ello, en distintos países la derivación a tratamiento no farmacológico aún es baja. En Reino Unido y Holanda, países que han sido consistentes en el manejo de la EP y con numerosos estudios sobre este tema, el ingreso a terapias, en algún momento de la evolución de la enfermedad, alcanza solamente entre un 54 a 60% (2). La indicación de acceso a estas terapias se destaca más frecuentemente por neurólogos especialistas en trastornos del movimiento en comparación a neurólogos generales (3). Esto implica un círculo vicioso, ya que al haber poca evidencia de su utilidad se refieren menos personas con EP a este tipo de tratamiento, por lo tanto, al ingresar menos personas a intervención no farmacológica, se hace difícil el crecimiento de la evidencia. Por otro lado, los estudios hasta ahora recopilados en revisiones sistemáticas de la evidencia en relación al tratamiento no farmacológico en la EP, presentan limitaciones metodológicas que se deben transparentar, tales como: variaciones en el lugar de la intervención (hogar, centros comunitarios, centros especializados), carencia de reporte sobre la intensidad de la terapia realizada, experiencia no aclarada del profesional que brinda la atención, falta de estudios con seguimiento a largo plazo, tamaños de muestra pequeños, entre otros. Cabe destacar que la gran mayoría de los estudios, no diferencian las etapas en que se encuentran las personas con EP evaluadas, por lo que la síntesis de evidencia no ordena las acciones según la etapa de evolución. Es en base a la recomendación del panel de expertos que se intenta orientar en la proporcionalidad de los esfuerzos según la etapa de evolución de la enfermedad. En Chile, el manejo de la EP ha sido eficiente en su abordaje farmacológico, se ha potenciado su manejo a través de la GPC del año 2010. También se ha iniciado el manejo no farmacológico en Centros Comunitarios de Rehabilitación (CCR) logrando avances en su cobertura. En el año 2013, de un total de 3.685 personas con EP incluidos en el régimen GES del sistema público, un 68% ha accedido en algún momento a rehabilitación en Atención Primaria de Salud, resaltando un importante aumento con respecto al año 2012 en que alcanzaba a un 47,7% (4). Sin embargo es necesario actualizar constantemente la evidencia y así ir mejorando los procesos de rehabilitación e indicación. Un manejo más integral y sistemático de la rehabilitación también permitirá evaluar de mejor manera su efectividad en las distintas etapas de la enfermedad. La toma de decisiones a la hora de intervenir con tratamiento no farmacológico en el marco de la rehabilitación debe estar orientada en base a la evidencia, por lo que a continuación se describe la evidencia disponible, mediante un proceso de búsqueda sistemática, a lo que se suman los consensos aportados por el panel de expertos, con el objetivo de continuar fomentando esta línea de manejo, como parte de los pilares trascendentales del tratamiento de esta enfermedad.